Por Jesús Chavarría
IG:@jchavarria_cine
“El Rock no puede suscribirse a fronteras”, “No todo el Rock es arte”, “No toda la música popular es tan comercial”, son aseveraciones que hemos escuchado y leído infinidad de veces, sin embargo el reencontrarlas en el libro La Nueva Música Clásica con todo la eufórica elocuencia del momento en que surgieron, acompañadas por los en ese entonces entusiastas y hasta cándidos pero sumamente comprometidos planteamientos realizadas por José Agustín en 1968, quien en aquellos años vivía el fenómeno en carne propia y ya era un expertaso en el tema, se convierten a la distancia en una enriquecedora experiencia de lectura que además salta el escollo de la mera nostalgia.
Desde su primera mitad, este compilado de escritos publicado por Grijalbo y traído por Penguin Random House, empuja a la revaloración de las motivaciones intrínsecas del Rock y sus alcances primarios en relación al contexto y la visión juvenil, para que luego en su segunda parte sean reinterpretadas y cuestionadas por el mismo autor a través de los textos que publicara en 1985 -aquí también incluidos-, donde ya con todo conocimiento no solo de causa, sino de consecuencias, incluso señala con un dejo de ironía sus viejas posturas radicales, mientras va invocando la presencia cultural de quienes han nutrido las venas del género, dígase Bob Dylan, The Rolling Stone, The Beatles y más, dándose el lujo de citar frases o títulos de sus composiciones más populares, las cuales además le sirven para sustentar argumentos y conjugar así la recapitulación personal con la crónica periodística.
Luciendo una narrativa cadenciosa y desde una postura que con toda conciencia asume como más “alivianada” y por lo mismo alejada de excesivas pretensiones intelectuales, va delineando el retrato de la primera gran revolución musical, y como es que pasó de la competencia y la confrontación de declaraciones sociales y visiones artísticas particulares, a las sorprendentemente fructíferas colaboraciones creativas y comunión de ideales, claro, sin dejar de lado o menospreciar a las figuras mexicanas que se consolidaran haciendo eco de canciones extranjeras y composiciones propias, como el caso de Angélica María, los Dug Dugs, Tijuana Fives y los Fiks liderados por el célebre Javier Bátiz.
Pero además, dicho ejercicio que va nutrido con los apuntes a la trascendencia de históricas estaciones tipo Radio Mil y el peso que ejercieron sellos discográficos como RCA, se triplica cuando le sumamos que el lector con todo y su propia carga referencial es arrastrado irremediablemente a contrastar el ayer y el hoy de las grandes figuras, generando así sus propias disertaciones.
La Nueva Música Clásica, libro póstumo del siempre estimado Jose Agustín, quien también fuera responsable de novelas como Abolición de la Propiedad, y participara en los guiones de películas como 5 de chocolate y uno de fresa (1968), es una obra de crítica íntimamente ligada al paso del tiempo y todo lo que esto implica, irresistible para cualquier melómano que se precie de serlo, y una apuesta segura para el público en general que busca ampliar su panorama histórico musical y se de la oportunidad de acercárselo y agregarlo a su biblioteca.
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